Aquella carta puede que nunca se lea pero ciertamente se recibirá 2017–2018, lápiz sobre papel artesanal de cortezas de árbol y entierro en el suelo de la montaña Es una pieza para una exposición organizada para mostrar las obras a la montaña. Los artistas que participamos nos juntamos en un pueblo pequeñito en una isla que se llama Yakushima y nos quedamos allí dos semanas para trabajar conversando sobre la posibilidad de que si la montaña podría experimentar una exposición. En Yakushima, los rituales basados en el culto a la montaña, desde los tiempos en los que las montañas eran todavía temidas y la gente no escalaría nunca por deporte, todavía permanecen. Y lo más notable es “otake mairi,” donde la gente escala la montaña cercana dos veces al año, en primavera y en otoño, para hacer una oración por una cosecha rica (para agradecer por la última y para desear la siguiente). El ritual se hace para una montaña, pero ¿la montaña lo percibe? ¿Qué es para una montaña experimentar los eventos de los humanos incluyendo una exposición que tiene lugar en ella? Estas son las preguntas que conducen mi proceso de trabajo. Para este proyecto, pelé las cortezas de un árbol de ese pueblo y con esto hice un papel artesanal con mis manos. Luego escribí una carta para la montaña usando signos jeroglíficos que inventé yo misma(by myself, conmigo misma- with myself) interpretando formas de conchas marinas que encontré en la playa de la isla. Al final, subí sola a la montaña donde los aldeanos van a hacer su ritual “otake mairi, lo enterré en cierto lugar de la montaña, derramé sake local sobre él y uní mis manos. Fue mi propio ritual, siguiendo la tradición. Una carta como esta no será entendida por la montaña, pero aún así, nosotros los humanos no podemos evitar decir algo a seres más estupendos. Aunque la montaña no podrá leer mis palabras, la carta enterrada se descompondrá suavemente en el suelo y se convertirá en parte de la montaña - la carta se recibirá. |